ARMAS EN EL PUNTO DE MIRA
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ARMAS EN EL PUNTO DE MIRA
Armas en el punto de mira
El tiroteo protagonizado por un vigilante y un escolta en la estación de Abando ha reabierto el debate sobre la presencia de pistolas en lugares públicos
DAVID S. OLABARRI
| BILBAO
El tiroteo protagonizado por un vigilante y un escolta en la estación de Abando ha reabierto la polémica sobre las armas de fuego y la seguridad privada. Fue el alcalde de Bilbao quien se encargó de iniciar el debate pocos días después del enfrentamiento a tiro limpio, en el que resultaron heridos el guarda y un viandante que pasaba por allí. Iñaki Azkuna cuestionó la conveniencia de que los vigilantes porten pistolas en lugares especialmente concurridos y, acto seguido, apostó por reducir el número de revólveres en estaciones y museos. «Hay demasiadas armas en la calle», concluyó el mandatario local.
Pese a las palabras del alcalde, los datos ofrecidos por las empresas del sector indican que en Vizcaya los vigilantes armados se encuentran en minoría. La mayor parte de las compañías que contratan este servicio se nutren de guardas equipados con porras y esposas. Y los que deciden proteger sus negocios con pistolas deben cumplir una serie de requisitos establecidos para evitar la presencia de armas en aquellos lugares en los que no sea «estrictamente necesario». Los clientes, en concreto, deben pasar un 'examen' policial previo a la autorización de la Subdelegación del Gobierno.
Las armas se localizan en sectores muy determinados, como en los energéticos, en algunos polígonos industriales y en las entidades financieras. En otros ámbitos, como los centros comerciales, los edificios judiciales, los hospitales -Cruces, Basurto-, el metro y las estaciones pequeñas de autobuses, sus responsables han optado por no solicitar el permiso correspondiente. De hecho, los expertos consideran que en algunos casos la presencia de una pistola podría crear «serias complicaciones». Sobre todo, en lugares con grandes aglomeraciones de gente. «Imagina lo que podría pasar si el vigilante de San Mamés fuese armado y alguien le arrebatase la pistola. El riesgo sería máximo», explican fuentes de Prosegur.
Recursos estratégicos
Existen otras empresas, en cambio, donde es la propia Administración la que exige contar con un vigilante armado. Es el caso de las entidades financieras y de las compañías que operan con recursos estratégicos y de alta peligrosidad, entre otros. Según explican medios financieros, los bancos y cajas de ahorro que no poseen las medidas de seguridad «necesarias» están obligados por ley a proteger la sucursal con un vigilante armado. Por el contrario, cuando los mecanismos de protección se ajustan a los protocolos establecidos, no se requieren de forma obligada guardas con pistola.
En este caso, los contratantes también tienen la posibilidad de solicitar la presencia de armas de fuego, ya sea de forma permanente o puntual. «Hay entidades que protegen de esta forma sus edificios emblemáticos. Otras los solicitan después de sufrir reiterados atracos y también hay bancos que optan por esta opción en días concretos de pago, en los que se acumula mucho dinero y transita mucha gente», añaden las mismas fuentes.
En todo caso, la vigilancia armada en los bancos ha ido «decreciendo» a medida que se desarrollaban otras medidas de seguridad. Una circunstancia que se repite en otros ámbitos. Los museos son un ejemplo de este último caso. La pinacoteca de Bellas Artes -mencionada por Azkuna como uno de los lugares que no deberían contar con este tipo de protección- cuenta en estos momentos con un porcentaje «residual» de guardas con pistolas. Fuentes consultadas en el museo explican, no obstante, que solicitaron un vigilante de estas características para velar por las obras de arte y por tratarse de un punto de tránsito «muy importante». El Guggenheim, que gestiona su seguridad de un modo similar, también ha ido reduciendo este servicio de manera progresiva.
En los polígonos industriales, sobre todo los alejados, la tendencia «es justo la contraria». En un contexto general en el que la vigilancia armada «va en aumento por la crisis económica y la delincuencia» -apuntan fuentes del sector-, las empresas afincadas en el extrarradio «cada vez optan más» por reforzar su seguridad.
Hay otros ámbitos en los que la vigilancia armada está relacionada con la necesidad de proteger recursos y proyectos estratégicos. Es el caso de las empresas que operan con combustible, con material inflamable, con productos químicos y con explosivos, entre otros elementos. Luego aparece la amenaza terrorista de ETA contra el TAV, que obliga a guardar las obras con estrictas medidas de protección. Hace unos meses, de hecho, el Gobierno vasco destinó 2,7 millones de euros para sufragar la seguridad privada en una parte de la 'Y' en Guipúzcoa.
http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/20080907/vizcaya/armas-punto-mira-20080907.html
El tiroteo protagonizado por un vigilante y un escolta en la estación de Abando ha reabierto el debate sobre la presencia de pistolas en lugares públicos
DAVID S. OLABARRI
| BILBAO
El tiroteo protagonizado por un vigilante y un escolta en la estación de Abando ha reabierto la polémica sobre las armas de fuego y la seguridad privada. Fue el alcalde de Bilbao quien se encargó de iniciar el debate pocos días después del enfrentamiento a tiro limpio, en el que resultaron heridos el guarda y un viandante que pasaba por allí. Iñaki Azkuna cuestionó la conveniencia de que los vigilantes porten pistolas en lugares especialmente concurridos y, acto seguido, apostó por reducir el número de revólveres en estaciones y museos. «Hay demasiadas armas en la calle», concluyó el mandatario local.
Pese a las palabras del alcalde, los datos ofrecidos por las empresas del sector indican que en Vizcaya los vigilantes armados se encuentran en minoría. La mayor parte de las compañías que contratan este servicio se nutren de guardas equipados con porras y esposas. Y los que deciden proteger sus negocios con pistolas deben cumplir una serie de requisitos establecidos para evitar la presencia de armas en aquellos lugares en los que no sea «estrictamente necesario». Los clientes, en concreto, deben pasar un 'examen' policial previo a la autorización de la Subdelegación del Gobierno.
Las armas se localizan en sectores muy determinados, como en los energéticos, en algunos polígonos industriales y en las entidades financieras. En otros ámbitos, como los centros comerciales, los edificios judiciales, los hospitales -Cruces, Basurto-, el metro y las estaciones pequeñas de autobuses, sus responsables han optado por no solicitar el permiso correspondiente. De hecho, los expertos consideran que en algunos casos la presencia de una pistola podría crear «serias complicaciones». Sobre todo, en lugares con grandes aglomeraciones de gente. «Imagina lo que podría pasar si el vigilante de San Mamés fuese armado y alguien le arrebatase la pistola. El riesgo sería máximo», explican fuentes de Prosegur.
Recursos estratégicos
Existen otras empresas, en cambio, donde es la propia Administración la que exige contar con un vigilante armado. Es el caso de las entidades financieras y de las compañías que operan con recursos estratégicos y de alta peligrosidad, entre otros. Según explican medios financieros, los bancos y cajas de ahorro que no poseen las medidas de seguridad «necesarias» están obligados por ley a proteger la sucursal con un vigilante armado. Por el contrario, cuando los mecanismos de protección se ajustan a los protocolos establecidos, no se requieren de forma obligada guardas con pistola.
En este caso, los contratantes también tienen la posibilidad de solicitar la presencia de armas de fuego, ya sea de forma permanente o puntual. «Hay entidades que protegen de esta forma sus edificios emblemáticos. Otras los solicitan después de sufrir reiterados atracos y también hay bancos que optan por esta opción en días concretos de pago, en los que se acumula mucho dinero y transita mucha gente», añaden las mismas fuentes.
En todo caso, la vigilancia armada en los bancos ha ido «decreciendo» a medida que se desarrollaban otras medidas de seguridad. Una circunstancia que se repite en otros ámbitos. Los museos son un ejemplo de este último caso. La pinacoteca de Bellas Artes -mencionada por Azkuna como uno de los lugares que no deberían contar con este tipo de protección- cuenta en estos momentos con un porcentaje «residual» de guardas con pistolas. Fuentes consultadas en el museo explican, no obstante, que solicitaron un vigilante de estas características para velar por las obras de arte y por tratarse de un punto de tránsito «muy importante». El Guggenheim, que gestiona su seguridad de un modo similar, también ha ido reduciendo este servicio de manera progresiva.
En los polígonos industriales, sobre todo los alejados, la tendencia «es justo la contraria». En un contexto general en el que la vigilancia armada «va en aumento por la crisis económica y la delincuencia» -apuntan fuentes del sector-, las empresas afincadas en el extrarradio «cada vez optan más» por reforzar su seguridad.
Hay otros ámbitos en los que la vigilancia armada está relacionada con la necesidad de proteger recursos y proyectos estratégicos. Es el caso de las empresas que operan con combustible, con material inflamable, con productos químicos y con explosivos, entre otros elementos. Luego aparece la amenaza terrorista de ETA contra el TAV, que obliga a guardar las obras con estrictas medidas de protección. Hace unos meses, de hecho, el Gobierno vasco destinó 2,7 millones de euros para sufragar la seguridad privada en una parte de la 'Y' en Guipúzcoa.
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