Otra de prensa...
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ESPAÑA
El escolta de un edil del PP provoca un tiroteo en Bilbao
El guardaespaldas y un vigilante de seguridad se encañonaron por un pique y terminaron disparándose
30.08.08 -
AINHOA DE LAS HERAS
| BILBAO
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Un pique. Ése fue el desencadenante de un tiroteo entre un vigilante de seguridad, César Carmona, y un escolta de un concejal de PP, Roberto Carlos de Jesús, en la estación de Abando de Bilbao. «Intenté separarles dos veces y a la tercera... Primero se ofrecieron golpes, después se encañonaron y entraron en un estado de pánico en el que ninguno de los dos fue capaz de retroceder. No sabría decir quién disparó primero», explicó un testigo. Según esta versión, algo tan baladí como «una actitud chulesca, una mirada que sienta mal» derivó en una «situación grotesca» más propia de una bronca de bar que entre dos profesionales que se dedican a la seguridad.
El rocambolesco suceso se produjo alrededor de las dos menos cuarto de la tarde, en plena hora punta, en la primera planta de la estación intermodal que convina trenes de cercanías y de larga distancia, además de servir de acceso al metro. Santiago Pérez, un joven edil del Partido Popular en la localidad vizcaína de Portugalete -que lleva escolta desde que en diciembre de 1999 ETA rompió la tregua-, iba a tomar un tren para ir a visitar a unos familiares en un pueblo de la provincia de Valladolid. Para hacer tiempo, se sentó en la terraza del establecimiento Bocata, junto a los andenes, donde tomó una coca-cola mientras leía el periódico. «Me senté en la primera mesa, junto a la cristalera (que después quedó agujereada por una bala)», relató ayer.
Sus dos acompañantes, ambos trabajadores de la empresa Ombus, que vestían de paisano, se colocaron junto a la barandilla desde la que se divisan las escaleras mecánicas, «para vigilar» el entorno. Uno de ellos, Roberto Carlos de Jesús, multado, de 28 años, apenas llevaba unos días con él, ya que está sustituyendo al escolta habitual del edil que se encuentra de vacaciones.
Su llamativa presencia despertó las suspicacias de uno de los empleados de la empresa LPM, encargada de la seguridad de la estación. El vigilante, uniformado y armado, que observó en ellos una «actitud sospechosa», se les acercó. «Vi que estaban hablando con un vigilante, pero pensé que le conocían, así que seguí tranquilo leyendo», continúa Santiago Pérez.
Discusión tensa
La conversación empezó a acalorarse. «Pasa de mí», le espetó uno de los escoltas al vigilante, natural de Huelva, y empezaron a discutir. «No se conocían, fue vergonzoso, uno utilizó una excusa estúpida, pensaba que se había reído de él y llegó a ofrecer golpes y jaleo y el otro le siguió el juego», recrea un testigo.
Ninguno de los presentes se atrevía ayer a desvelar quién de los dos había sacado su arma en primer lugar, aunque en realidad, tampoco importa. Ambos permanecieron varios segundos apuntándose, «a una distancia de unos diez metros entre ellos», describe el concejal, para quien parecían estar escenificando «un ritual». Hasta que empezaron a descerrajar tiros. «¿Qué coño ha pasado?, gritó Santiago. «Al segundo disparo me tiré al suelo», confiesa el edil. El vigilante recibió dos impactos de bala, uno en el hombro y otro en un muslo.
El escolta de un edil del PP provoca un tiroteo en Bilbao
El guardaespaldas y un vigilante de seguridad se encañonaron por un pique y terminaron disparándose
30.08.08 -
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Un pique. Ése fue el desencadenante de un tiroteo entre un vigilante de seguridad, César Carmona, y un escolta de un concejal de PP, Roberto Carlos de Jesús, en la estación de Abando de Bilbao. «Intenté separarles dos veces y a la tercera... Primero se ofrecieron golpes, después se encañonaron y entraron en un estado de pánico en el que ninguno de los dos fue capaz de retroceder. No sabría decir quién disparó primero», explicó un testigo. Según esta versión, algo tan baladí como «una actitud chulesca, una mirada que sienta mal» derivó en una «situación grotesca» más propia de una bronca de bar que entre dos profesionales que se dedican a la seguridad.
El rocambolesco suceso se produjo alrededor de las dos menos cuarto de la tarde, en plena hora punta, en la primera planta de la estación intermodal que convina trenes de cercanías y de larga distancia, además de servir de acceso al metro. Santiago Pérez, un joven edil del Partido Popular en la localidad vizcaína de Portugalete -que lleva escolta desde que en diciembre de 1999 ETA rompió la tregua-, iba a tomar un tren para ir a visitar a unos familiares en un pueblo de la provincia de Valladolid. Para hacer tiempo, se sentó en la terraza del establecimiento Bocata, junto a los andenes, donde tomó una coca-cola mientras leía el periódico. «Me senté en la primera mesa, junto a la cristalera (que después quedó agujereada por una bala)», relató ayer.
Sus dos acompañantes, ambos trabajadores de la empresa Ombus, que vestían de paisano, se colocaron junto a la barandilla desde la que se divisan las escaleras mecánicas, «para vigilar» el entorno. Uno de ellos, Roberto Carlos de Jesús, multado, de 28 años, apenas llevaba unos días con él, ya que está sustituyendo al escolta habitual del edil que se encuentra de vacaciones.
Su llamativa presencia despertó las suspicacias de uno de los empleados de la empresa LPM, encargada de la seguridad de la estación. El vigilante, uniformado y armado, que observó en ellos una «actitud sospechosa», se les acercó. «Vi que estaban hablando con un vigilante, pero pensé que le conocían, así que seguí tranquilo leyendo», continúa Santiago Pérez.
Discusión tensa
La conversación empezó a acalorarse. «Pasa de mí», le espetó uno de los escoltas al vigilante, natural de Huelva, y empezaron a discutir. «No se conocían, fue vergonzoso, uno utilizó una excusa estúpida, pensaba que se había reído de él y llegó a ofrecer golpes y jaleo y el otro le siguió el juego», recrea un testigo.
Ninguno de los presentes se atrevía ayer a desvelar quién de los dos había sacado su arma en primer lugar, aunque en realidad, tampoco importa. Ambos permanecieron varios segundos apuntándose, «a una distancia de unos diez metros entre ellos», describe el concejal, para quien parecían estar escenificando «un ritual». Hasta que empezaron a descerrajar tiros. «¿Qué coño ha pasado?, gritó Santiago. «Al segundo disparo me tiré al suelo», confiesa el edil. El vigilante recibió dos impactos de bala, uno en el hombro y otro en un muslo.
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